EN VIVO

EN VIVO 2

...

lunes, 31 de diciembre de 2018

Un año que termina: errores cometidos y experiencias aprendidas



Estamos por terminar un año más, un año en el que hemos tenido experiencias buenas y también malas, situaciones que ameritaron de nosotros fe y otras en las cuales nos costo mantener la fe, pero lo más importante es saber que a pesar de todo Dios ha sido fiel.

Y es que si por un momento nos pusiéramos a pensar de todas las veces que le fallamos a Dios llegaríamos fácilmente a la conclusión de que no mereceríamos tan siquiera estar terminando este año, sin embargo a pesar de nuestros errores Dios ha sido bueno con nosotros.

Estos días sirven para meditar sobre cómo hemos invertido nuestra vida en este año, qué cosas buenas hicimos y qué cosas debemos mejorar, días para preguntarnos sobre si estaremos viviendo de tal forma que Dios se siente orgulloso de nosotros o estamos viviendo de una forma en la que nosotros nos sentimos avergonzados de cómo la estamos viviendo.



Hoy es un buen día para reconocer con total sinceridad delante de Dios la vida que hemos llevado durante todo este año y si hay necesidad de mejorar muchos aspectos proponernos en nuestro corazón comenzar a vivir de la forma que más le agrada a Dios.

Hoy podemos proponernos no volver a cometer en este nuevo año que va a comenzar los mismos errores que cometimos en este que estamos terminando. Los errores sirven para eso, para hacernos mejores, para enseñarnos las formas de cómo no hacer las cosas y de cada uno de ellos debemos aprender.

Demos gracias a Dios en todo lo que hemos vivido porque de una u otra manera hemos podido aprender algo y muchas de las situaciones que vivimos nos sirvieron para acercarnos más a Dios, por eso y más debemos de agradecer a Dios por lo bueno que ha sido para con nosotros.

Aprendamos a no cometer los mismos errores, pero sobre todo entreguémonos completamente a Dios para que siempre Él sea nuestro guía y que nuestra voluntad se doblegue y obedezca únicamente al Señor Dios Todopoderoso.

¡Gloria a Dios por este año que termina!
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”
1 Tesalonicenses 5:18 (Reina-Valera 1960)

Autor: Enrique Monterroza

jueves, 20 de diciembre de 2018

A dónde iré lejos de ti



Señor, tú me conoces, sabes cuándo me siento o me levanto, tú conoces prescindiendo del tiempo y del espacio, lo que pienso.

Tú sabes si camino o si me acuesto. Tú conoces muy bien todos mis pasos. Aún no ha salido la palabra de mi boca y tú ya la conoces. Sin embargo, me abrazas y cuidas. Tu sabiduría es un misterio para mí, es tan grande que no puedo comprenderla.

 ¿Adónde iré para estar lejos de tu Espíritu, adónde huiré para escapar de tu presencia? Si subo a las alturas, allí estás, si bajo a los abismos, allí también estás. Si le pido las alas a la aurora para irme a la otra orilla del mar, también allí tu mano me protege y me sigue cuidando.

 Si quisiera que fuera de noche para esconderme en la oscuridad, de nada serviría, porque para ti no hay diferencia entre la oscuridad y la luz; si tú estás, hasta la noche brilla como la luz del sol.

 Tú, Señor, formaste mis entrañas, me formaste en el seno de mi madre. Te doy gracias por tantas maravillas, admirables son tus obras y yo lo sé muy bien. Mis huesos no escapaban de tu vista cuando yo era formado en el secreto. Tus ojos ya veían mis acciones, y ya estaban escritas en tu libro los días de mi vida, ya estaban trazados antes de que ni uno de ellos existiera.

 ¡Tus pensamientos, Dios, cuánto me superan, qué impresionante es ver su orden y acierto! Si me pongo a contarlos son más que la arena del mar. Me dormiría y al despertar tú seguirías a mi lado.

 «Examíname, Dios mío, mira en lo más profundo de mi corazón, ponme a prueba y conoce mis pensamientos. Dime si voy por mal camino y enséñame a vivir como quieres que viva». Salmos 138:23, 24

Clavos y tornillos



Un clavo se quejaba ante su amigo el tornillo: - Mi vida es muy desgraciada pues cada vez que quiero ser útil, hay un martillo que tiene que golpear mi cabeza hasta hundirme en la madera; imagínate cómo me siento cuando la madera es dura, o cuando para colgar un cuadro me clavan en la pared. Mi dolor es intenso y a veces me doblo; pero pobre de mí cuando me pasa esto, pues me arrancan con una tenaza y me golpean en las costillas para enderezarme. ¡Qué triste y castigada es mi vida!En cambio, tú con tu rosca elegante y tu cabeza acanalada, no sólo eres más bello, sino que no tienen que golpearte como a mí.

El tornillo, que había escuchado las quejas del clavo, replicó: - Tú te lamentas por los golpes y piensas que yo tengo una vida fácil, pero te equivocas. Si supieras lo que debo soportar cuando el destornillador me retuerce una y otra vez hasta que consigue atornillarme. Siempre acabo mareado y dolorido. Más de una vez mi ranura se abre partiendo mi cabeza en dos y entonces como ya no pueden enroscarme, suelen golpearme como a ti y claro, al tener rosca, mi sufrimiento es mucho mayor que el tuyo. Y otra cosa que me molesta muchísimo de ser un tornillo es que cuando alguien está perturbado o chiflado, dice: «A este le falta un tornillo». ¿Te parece eso normal?

Hubo un silencio, pero de pronto el clavo empezó a reflexionar en voz audible: - Los hombres no son locos o tocados porque les falte un tornillo, sino porque tienen necesidades, problemas… y cometen muchos errores en la vida. Sobre este asunto, sé bastante. Jesús murió precisamente por todos esos errores y necesidades de los hombres y fueron mis parientes los clavos, los que se encargaron de clavar en la cruz sus manos y sus pies. Nunca me he sentido orgulloso con lo que hicieron mis antepasados, pero, por otro lado, siento que de alguna manera esos clavos que le causaron tanto dolor y sufrimiento también contribuyeron a la obra redentora de Jesucristo en el Calvario. Gracias a eso, todo aquél a quien le falte un tornillo, tenga necesidades, problemas y esté harto de sus propias culpas, puede hallar perdón y una nueva vida en Jesús.